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Responsabilidad del Transportista en el Transporte Terrestre, más allá de la Carga, la Contaminación y la Limpieza
A medida que la sociedad se desarrolla, se
crean nuevas preocupaciones o sencillamente estas cambian de acuerdo a las necesidades
que el sistema va planteando.
Hace un par de décadas, escribíamos
sobre la necesidad de asegurar las mercancías transportadas, ya que cada día
más importadores, exportadores y comerciantes, responsabilizaban a los
transportistas por los daños y pérdidas de sus productos cuando se presentaba algún
evento, independientemente si es que los transportistas tenían o no responsabilidad
en los hechos.
Frente a dicho escenario, nuestra
recomendación fue contratar seguros sobre la carga transportada, para poder
enfrentar este tipo de situaciones y evitar que los transportistas vieran
afectado su patrimonio, o ponerlo en riesgo.
Del mismo
modo sugerimos tomar seguros para resguardarse frente a la pérdida de su
vehículo ante un accidente, un asalto u otro evento.
Dos décadas
después vemos con satisfacción que este ha sido un buen mecanismo de solución,
ya que ha permitido dar estabilidad en los flujos de ingreso, al no tener los
transportistas que ver disminuido su patrimonio por tener que pagar el valor de
la carga transportada, además de verse obligados a costear la reparación del vehículo.
En la actualidad, las nuevas
preocupaciones de la comunidad y autoridades, como así también por las propias exigencias
de las condiciones y estándares que debe tener una ruta, son un llamado de alerta
para que los transportistas introduzcan en su evaluación un nuevo factor que va
en aumento, convirtiéndose por tanto en una variable a considerar seriamente y
que consiste en la obligación de
limpieza tras un siniestro, además del riesgo de contaminación y deterioro
que los productos dañados generan en las
rutas y ambiente en general.
En cuanto a la limpieza, hoy la
autoridad ha impuesto que las rutas deben dejarse en las mismas
condiciones que estaban antes del accidente. Enfrentados a esta
contingencia, de existir un evento, la municipalidad, la empresa concesionaria de
la ruta o la autoridad de turno, instruirá la limpieza de la ruta y luego cobrará
a los transportistas los gastos desembolsados en esa labor.
Estos gastos de limpieza son costosos,
porque requieren servicios especializados de emergencia, que deben reaccionar
en poco tiempo. Además, dependiendo de la distancia del lugar del siniestro
respecto de las bases operativas, al igual que por la geografía del lugar y por
el tamaño de la superficie afectada por el material diseminado y las
condiciones de tiempo, esos servicios especializados conllevan un sobre costo
que terminan pagando los transportistas.
Por esta
razón, nuestra recomendación en la
actualidad es que se considere contratar
una cobertura adicional en las pólizas de seguro, que esté orientada a cubrir
precisamente la limpieza del sector y la botadura de los restos.
Un segundo tema es la contaminación. Esto
es mucho más delicado y técnico, donde con frecuencia vemos que los transportistas
no han tomado en consideración ni evaluado adecuadamente las precauciones que
deben tener en cuenta para enfrentar un siniestro. Es por ello que cuando se
ven enfrentados a este problema, por lo general se producen importantes
desequilibrios en los flujos de caja, llegando en ocasiones hasta el cierre de
la empresa transportista.
Hace algunos años hablar de contaminación
no era un tema relevante, sin embargo en la actualidad la mayor conciencia y
preocupación por el resguardo del medio ambiente tras la ocurrencia de un
accidente, obliga a que el transportista repare los perjuicios medioambientales
causados por un siniestro.
Por lo tanto,
hoy la contaminación debe ser vista en
un término mucho más amplio, considerando no sólo las aguas que escurren en
un río o que están en un lago, sino que también debemos percibir que la
contaminación abarca aquellas aguas que escurren hacia los alcantarillados de
aguas lluvias en las rutas, la contaminación de las aguas subterráneas, la
contaminación de la tierra propiamente tal, de daños a la naturaleza y
ecosistema, como así también a las calles y veredas por donde uno
transita.
De la mano de la contaminación surge un segundo
factor a considerar y que tiene relación con el costo de eliminar aquel material
que se ha contaminado y que se debe remover del lugar del accidente. Claramente
este es un costo mayor, porque también requiere de servicios especializados y
empresas especializadas y autorizadas para su tratamiento, conforme a las
normas sanitarias y medioambientales vigentes.
Así, hoy en
día no nos equivocamos al comunicar que, de producirse una contaminación provocada
por un accidente, el costo incurrido en la limpieza, remoción, disposición de
los productos y remediación, será con una alta probabilidad muy superior al
valor de las mercancías transportadas.
Dado lo
anterior, no dudamos en sugerir que es necesario
evaluar este riesgo y analizar la conveniencia de tomar la cobertura adicional
de limpieza y contaminación para el transporte.
Para ello, sugerimos contactarse con su Corredor
de Seguros.